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Basilea es la tercera ciudad más poblada de Suiza. Con aproximadamente 175.000 habitantes ha conseguido darse a conocer y logrado su lugar entre las grandes capitales europeas manteniendo una escala relativamente pequeña y un ambiente tranquilo y acogedor. Tiene el privilegio de ser frontera entre tres países como son Suiza (a quien pertenece), Francia y Alemania, y de ser el último puerto navegable del rio Rhine.
Es posible que lo primero que a muchos les venga a la cabeza al pensar en el país helvético sea la precisión de sus relojes, su controvertido sistema bancario o sus chocolates, sin embargo Suiza posee un gran legado artístico-cultural que no debe ser pasado por alto.
Ya desde la edad media Suiza forjó una gran tradición artística en torno al arte religioso que mantuvo durante siglos, para a principios del siglo XX reciclarse por completo y convertirse en capital mundial del diseño. Diseñadores como Josh Krlos, Théo Ballmer y Max Bill encabezaron el movimiento estético por el cual aún a día de hoy se rige gran parte del diseño gráfico que vemos a diario y que se conoce con el nombre de “Estilo Internacional” o “Estilo Suizo”. Un ejemplo de ello es la famosa tipografía Helvética.
Pero los nombres suizos no destacan en un solo ámbito. En pintura también encontramos nombres de la talla de Alberto Giacometti, Angelica Kaufmann o Paul Klee y en arquitectura Mario Botta, Herzog & De Meuron, Bernard Tschumi o Peter Zumthor por nombrar algunos. Toda una serie de hijos pródigos de la tierra que nos hacen pensar que sin Suiza, el arte, en todas sus formas de expresión, probablemente no sería lo que es a día de hoy.
El robusto y estable sistema financiero suizo, en combinación con esta riqueza artística han convertido al país en casa de un gran número de colecciones de arte privadas con un valor incalculable. Muchas de estas colecciones privadas se han ido abriendo al público a lo largo de los años y sumadas a los museos públicos han logrado que Basilea sea una de las ciudades europeas con mayor densidad de museos, ofreciendo más de tres docenas de puntos de exposición en apenas 3 kilómetros cuadrados.
La oferta es increíble y ya a día de hoy atrae a una gran cantidad de viajeros, sin embargo son tantas las exposiciones a las que uno puede ir que el visitante muchas veces se siente un poco perdido, sin saber a cuales acudir para saciar su apetito artístico.
PROPUESTA
La ciudad es muy consciente de su potencial cultural y cuenta con varias oficinas de turismo, sin embargo muchos visitantes acuden a la ciudad exclusivamente por su arte y no busca la asistencia de un guía turístico en el sentido tradicional de la palabra, que le indique donde alojarse, comer, que visitar y a qué horas.
Teniendo las necesidades particulares de estos viajeros, proponemos un Centro de Coordinación Cultural. En este establecimiento gente capacitada para tal función informará al público sobre cuál es la oferta concreta de cada museo y poder organizar sus visitas culturales de manera adecuada. Los clientes podrán además adquirir pases múltiples que agrupen una serie de visitas en una sola entrada entre otras facilidades, simplificando la experiencia.
El Centro de Coordinación no será solamente un punto de información, sino una experiencia en sí misma. En este espacio se podrán también generar eventos culturales como charlas y exposiciones entre otras. Para los usuarios el Centro de Coordinación será una herramienta de gran ayuda que les ahorrará tiempo, dinero y contribuirá a que su visita sea más satisfactoria. Para los museos el centro significará elevar el porcentaje de visitantes satisfechos, ya que cada uno será dirigido a aquellos lugares que realmente sean de su interés, y también un punto donde hacerse fuertes estratégicamente no sólo dentro de la ciudad sino dentro del mundo del arte a nivel global.
EMPLAZAMIENTO
El solar escogido se encuentra en el centro de la ciudad, rodeado de los principales museos y otros puntos de interés como la Barfüsserplatz, la catedral o la orilla del Rhine. Se ubica sobre la calle Steinberg frente al Teatro de Basilea.
El emplazamiento escogido es pequeño, pero no por eso menos complejo. Se puede acceder a él por las 2 calles que lo conforman, así como por un pasaje subterráneo que pasa por debajo de la calle Steinberg. A su vez, existen diversos desniveles en las vías rodadas y en las plataformas que dan acceso al teatro.
El edificio tendrá que considerar para su implantación el acceso al Teatro de Basilea, la fuente de Tinguely y la escultura de Richard Serra, entre otros, conformando una pieza de carácter urbano.
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